Dentro de una hora estaré en la nutricionista.
Me da miedo ir, no quiero que se de cuenta del fracaso que soy. Esta semana no he parado de comer. Me he pasado todos los días y sobre todo no he parado de comer cosas que no debería.
Además, no sé cuanto peso hoy, porque la báscula ha cambiado de 62,6 a 64,3 (y varios números entre medias) en cinco minutos. Conclusión: engordo aunque no coma.

Encima por mucho que me duela el peso que vaya a marcar la báscula de la nutricionista hoy no me voy a poder librar de ninguna comida. De la comida nunca me puedo librar y hoy voy a una cena.
Hemos quedado los de mi clase para hacer una cena de despedida para nuestro tutor, que se vuelve a Alemania y también para nosotros, que no nos vamos a ver todos juntos en muchas ocasiones más.
Lo peor es que vamos a un restaurante alemán. Es decir, comida grasienta por todas partes. Y es un restaurante muy caro, así que en caso de haber ensaladas, me va a dar rabia coger una si me cuesta por lo menos 15 euros. Así que seguramente acabe comiendo steak tartar que está rico y engorda menos.